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Últimamente, gracias a la progresiva y vertiginosa digitalización que atraviesa la sociedad, ha saltado a la palestra pública el tema de las CBDC (Central Bank Digital Currency). Para aclarar, estas siglas anglosajonas engloban el concepto de la moneda digital emitida por un banco central. Estos requisitos son indispensables para poder categorizar cualquier CBDC. Como decíamos, su popularización se debe a la aceleración del proceso de digitalización a nivel global, que se ha acentuado, sobre todo, a raíz de la emergencia sanitaria de 2020.

El hecho del confinamiento provocó una gran apertura al modelo digital tanto de empresas, como servicios, pasando también por usuarios. La crisis y la utilización obligada de medios digitales ha llevado a muchos bancos centrales a plantear de manera inminente la creación de una moneda de curso electrónico, debido al incremento de las transacciones digitales en todo el planeta. Aquí tienen su origen las CBDC.

A pesar de que las transacciones con dinero en efectivo siguen siendo las más utilizadas a día de hoy, los intercambios digitales han aumentado de manera exponencial en el último lustro. Algunas de las causas es la facilidad de la gestión de ese intercambio, por supuesto, el aumento de usuarios con acceso a medios digitales y, en gran medida, la velocidad con la que se gestiona cualquier tipo de movimiento comercial.

Además, hay que tener en cuenta que en lo relativo a los pagos internacionales (que también han aumentado) todo lo relacionado con la digitalización es eficiente para agilizar los procesos, y más cuando se habla de comercio electrónico.

Para 2030, los pagos móviles y digitales dominarán el mercado, según la Unión Europea y otros grandes líderes financieros. Por este motivo, los bancos centrales comienzan sus procesos de implementación de moneda regulada electrónica.

¿Cómo funcionan las CBDC?

Mediante una infraestructura tecnológica segura, los ciudadanos y las instituciones financieras pueden realizar transacciones electrónicas directas con el respaldo y la garantía de un banco central. Estas transacciones se registran en un libro de contabilidad digital, brindando una visión transparente y en tiempo real de todas las transacciones. Las CBDC ofrecen la promesa de pagos más rápidos y seguros, la eliminación de intermediarios y la posibilidad de integrarse con tecnologías como la blockchain y los contratos inteligentes para una mayor eficiencia en el sistema financiero.

La otra cara de las CBDC

Por supuesto, la balanza no se inclina siempre de un lado solamente, y es que, aunque la moneda digital permita facilitar procesos y hacer que muchas personas que no tienen acceso a cuentas bancarias o sistemas de ese tipo puedan contar con alguno de ellos, en el otro extremo tenemos la gran exposición y visibilidad que tendrán cada uno de los movimientos financieros que se realicen con el método de pago electrónico, que quedarán descubiertos a ojos de los bancos centrales.

La expansión de los servicios financieros a las personas que no tienen ningún tipo de cuenta bancaria o parecido, no está relacionado con la desaparición del dinero en efectivo; más bien es indicativo de la apertura y democratización de los medios digitales.

Es posible que estemos hablando del fin del dinero y de los pagos en efectivo, como ya señalaban algunos expertos, pero no hay que descuidar la manera en la que nos sumergimos en lo tecnológico, ya que ello puede desembocar en coartar tanto privacidad, como libertad. La competencia directa de las CBDC es, ni más ni menos, que las criptomonedas estables y el sistema de blockchain, lo que evitaría un monopolio monetario, que sería desastroso.

En definitiva, podríamos decir que estamos ya inmersos en un futuro económico digital en el que estas siglas serán cada vez más habituales en la conversación. Toca acostumbrarse a ellas.